Los abuelos en los libros. Un homenaje a las relaciones entre nietos y abuelos

Investigadoras: Anna Soldevila Benet y Paquita Sanvicén Torné

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Philippe Claudel, La nieta del señor Linh

Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de personas que lo sabían están muertas.

Esta historia conmovedora habla del exilio, la soledad, la lucha por preservar la identidad y la amistad, y lo hace a través de las vivencias y los sentimientos de un anciano que huye de la guerra que ha destrozado su familia y su aldea.

El señor Linh desembarca en un país que podría ser Francia, en el que no conoce la lengua y en el que estaría completamente solo si no fuera por Sang Diu, que duerme al son de la nana que ha acompañado a su familia durante generaciones, y del señor Bark.

José González, Tu también vencerás

La novela de jose González surgió de un texto que escribió hace años y regaló a su abuelo por su 90 cumpleaños. Al recuperarlo, quitó pasajes y añadió aquellas cosas oídas a familiares y amigos que le llevaron a querer volver a él: a su abuelo y al texto como vínculo entre ellos.Tú también vencerás nace de la necesidad de narrar para vencer la pérdida, retomar una conversación e imaginar un abrazo no dado. a partir de un recuerdo en la frontera del olvido y de un episodio que conecta a las dos generaciones, la obra se plantea como un monólogo.Con él se dirige a un abuelo ausente, creando así una especie de diálogo interruptus como lo describe su editor, en una entrevista con el autor. Se trata de una novela breve «sobre la culpa, los afectos y un mundo antiguo a punto de desaparecer. Pero también sobre la memoria colectiva y el recuerdo de un tiempo salvaje que no termina de pasar», como describe la sinopsis de la editorial Las Afueras.

Barbara Montes, Julia está bien

Bárbara Montes se ha basado en la historia de su familia para trenzar esta historia en la que una nieta y una abuela comparten su pasado y su presente, mientras buscan la una en la otra su tabla de salvación. Sofía es una treintañera recién divorciada que decide irse a vivir con su abuela, así puede cuidarla y ahorrarse el alquiler. La abuela, cada vez más enferma, desea narrar su historia y la nieta descubre que necesita escuchar ese relato.Con ternura, tristeza y humor, Montes habla en Julia está bien sobre fracasos generacionales, valentías y amores de verdad.

Chris Pueyo, La abuela

Chris Pueyo le dedica este libro a su abuela porque quiere que viva para siempre en él. Se sienta con ella y le pide que le cuente su historia. Escucha, interviene, pregunta y construye puentes entre lo que ella vivió y sus propias experiencias.

Salta de los recuerdos de su abuela (en los que le cede la palabra) a los suyos y a lo que comparten en una sucesión de capítulos de aparente desorden bien articulado en los que Pueyo vuelca la complicidad entre ellos y también momentos de dolor, tristeza, coraje, superación y, sobre todo, mucho amor. “Me gusta pensar que escribir sobre mi abuela para alejarla de la muerte es una bonita historia de amor […]”, cuenta este escritor que ha cruzado dos biografías en un libro que define como: “[…] un viaje de adultos para jóvenes.O, mejor dicho, un viaje para adultos y jóvenes a quienes no les importa envejecer leyendo.

Jose Luís Sampedro, La sonrisa etrusca

Un viejo campesino calabrés se instala en casa de su hijo en Milán: está enfermo y necesita seguimiento médico. Va a la ciudad a regañadientes, lo único que realmente le impulsa a hacer el esfuerzo es que ve en ese viaje su única oportunidad de vivir un poco más que uno de sus vecinos. Quiere darse el gusto de ser él quien asista al funeral de su enemigo, y no al revés.

Pero en Milán descubre a su nieto, a Brunettino, y con él se redescubre a sí mismo. Ese hombre recio y áspero, a veces gruñón y desconfiado –espléndidamente dibujado con la escritura de José Luis Sampedro– tiene una capacidad de amor y de entrega maravillosas; de disfrutar con detalles como el baño vespertino del crío y de ser cómplice e impulsor de descubrimientos, saltándose las reglas que haya que saltarse.

La especial relación con su nieto da sentido a sus días mucho más que esa antigua y rencorosa competencia entre vecinos. Ahora el viejo partisano se siente sobre todo, abuelo, nonno, y eso es lo que le agarra a la vida. La sonrisa etrusca es una novela de amor –no solo hacia el crío, también aparece una mujer–, en la que no hay sitio para ñoñerías, pero sí para una ternura infinita.

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